Un día vi...

Un día vi a un hombre llorar. Quedé tentado en preguntarle a qué se debía su dolor, sin embargo, decidí esperar y aguantar junto a él, en silencio, paciente, el momento adecuado en el que se abriría a mi. 

Era grande, mucho. Una roca. Y pese a ello, ante mi se encontraba él, derrumbado, roto. 

Ante esa situación, ¿quién es poseedor de la cura universal? Yo no encuentro nombre certero...

Casi sin darme cuenta, el hombre había comenzado a expiar sus pecados, mientras, yo exclamé(manteniendo mi silencio),: 
-No seré yo quien ejecute tu sentencia.-

Cuando acabó, el mismo hombre que momentos antes parecía un endeble barco de papel en una tempestad, resultaba ahora ser una armadura. Férrea, pétrea, afilada hasta el punto de equipararla con el más fiel metal. 

Ese hombre, ese, se irguió y con el pecho descubierto, exclamó ante mi las palabras que todo corazón fiero no debe nunca olvidar: 

        "Semper fidelis". 

A raíz de aquello, quise ejecutarlo, no a él, sino el instante en el que supe que lo había entendido. 

Así pues, con el último aliento evaporándose, las últimas palabras que quedaron grabadas en mí fueron: 

"Nací siendo un guerrero, la vida fácil no está en mi destino. 
Muchas veces he enfrentado y enfrentaré la espada enemiga, mas no caeré por su peso. Sólo caeré por el mío propio cuando no tenga brazos, piernas y un corazón para pelear". 

Ahora preguntáos, ¿tengo la paz que busqué? 

J. 

Comentarios

Lo más visto...