Dilema entre control e impulsividad, ¿quién da más?

¿Quién nos controla? ¿Nuestro cerebro? ¿Nuestro corazón? ¿Nuestros sentimientos? ¿Nuestras emociones? ¿Nuestra fuerza? ¿Nuestro espíritu? ... ¿Nuestras reacciones? 
Se dice que el dominio propio es la capacidad que nos permite controlarnos, otorgándole al cerebro la fuerza para dominar nuestras emociones, ya que si esto no ocurre, las emociones nos controlan. Quitándonos la posibilidad de elegir lo que queremos sentir en cada momento de nuestra vida. 
Quien controla sus emociones es, realmente, el actor o hacedor principal de su vida, ya que de las pequeñas y grandes elecciones depende su existencia y, quien lo logra, tiene en sus manos la importante posibilidad de ser feliz a pesar de los acontecimientos externos. Los hechos que ocurren a nuestro alrededor no son quienes manejan nuestra vida, sino nosotros mismos. Como sujetos activos, manejamos nuestra felicidad dependiendo de la interpretación que hacemos de ellos. Somos los que pensamos y, si aprendemos a controlar nuestros pensamientos, también podremos controlar nuestras emociones. 

A partir de aquí he de decir que personalmente y, a pesar de que muchas veces me cuesta reconocerlo, me considero una persona demasiado ... impulsiva. Hay momentos que, como bien dejo reflejado líneas arriba, pienso que si de verdad controlara mis pensamientos, sería el verdadero dueño de mis "emociones" "acciones". Pero, hasta ahora, resulta que cuando pretendo controlarme, acabo dándole más vueltas a la cabeza que una peonza al girar. Y, por el contrario, cuando decido actuar sin pensar, siguiendo a mi ...¿Cabeza?¿Corazón?¿Qué sé yo? Hay veces que me siento bien por el resultado en que desemboca, pero, hay otras en que (haciendo alusión a la famosa frase), al disparar y luego preguntar, no me siento tan bien.

Resulta conflictivo, ¿verdad? El hecho de que seamos nosotros mismos los verdaderos dueños de nuestro ser y que, en numerosas ocasiones, nos veamos abocados a un final en el que quizá, no nos habíamos imaginado. 
En cualquier caso, tengo el placer de deciros  que, (y me permito el lujo de afirmarlo rotundamente), me siento bastante feliz con la persona que soy a día de hoy. Y, ojo, que para nada digo que sea perfecto o que todas mis acciones estén justificadas y sean correctas. Ni mucho menos, pero reconozco que de mis errores he aprendido y, que para bien o para mal (espero que sea lo primero), la vida sigue, continúa su viaje como un tren, que se sabe de dónde salió pero no hacia dónde va y,¿sabéis lo mejor? De cada uno de nosotros depende, si queremos subirnos en alguna de las estaciones en las que efectúa parada, para quedarnos, bajarnos, o simplemente, dejarlo pasar. 

Así, como reza el nombre con que bauticé a esta entrada, pensad si de verdad os encontráis bajo control, o por el contrario, sois esclavos de vuestros impulsos. 

J. 

Comentarios

Lo más visto...